Nuestra historia

Nuestra generación alumbró a la vida política argentina luego que la dictadura militar nacida el 24 de marzo de 1976 se replegara adruptamente tras la derrota militar en Malvinas. Desde ese hecho hasta las elecciones del 30 de octubre de 1983 y con posterioridad a la asunción de las autoridades legítimamente constituidas la juventud argentina sin distinción de banderías políticas se torno en un sujeto social fuertemente movilizador del conjunto de la sociedad. Éramos los jóvenes del 83. No queríamos revancha por las atrocidades cometidas por la dictadura pero exigíamos que la justicia de la Democracia juzgara los delitos de lesa humanidad. No queríamos un estado al servicio de algunos sectores económicos, exigíamos un estado al servicio del conjunto de la sociedad. No queríamos subsidios a la pobreza como herramienta central para combatir ese flagelo, exigíamos que los recursos del estado fueran a reconstituir la industria nacional para que los trabajadores vuelvan a ser parte central en el desarrollo económico del país. No queríamos una cultura fundada en la exaltación heroica de la muerte, exigíamos una cultura democrática fundada en el derecho a la vida.

Estas demandas fueron interpretadas cabalmente por el único político argentino que se opuso a la guerra de Malvinas y el más distinguido entre sus pares en la lucha por los derechos humanos durante la dictadura militar, Raúl Alfonsín. De esta relación entusiasta, imprecisa y tumultuosa se hizo la transición a la Democracia, “más que una elección era una entrada a la vida”.

Nuestro aporte a la construcción de la Democracia

En la fragua de la militancia cotidiana contribuimos fundamentalmente a edificar la arquitectura institucional propia de la Democracia, espacio en el cual, habrían de  saldarse para los tiempos por venir las lógicas visiones diferentes expresadas en el conjunto de la sociedad. El parlamento, la justicia, las Universidades, las asociaciones intermedias, los sindicatos, los centros de estudiantes, las vecinales, palpitaban en sus respectivos procesos de normalización institucional una fuerte pulsión democratizadora fundada en el pluralismo y el respeto otro. La profundidad y alcance de dichos procesos varió según las correlaciones de fuerzas entre quienes impulsaban la renovación y las fuerzas conservadoras. El resultado fue ampliamente satisfactorio, aunque todavía queden en pie expresiones corporativas que no expresan pluralmente el pensamiento de todos sus integrantes.La paz con Chile, el inicio del MERCOSUR, el Grupo Contadora, la contribución a la democratización del cono sur de América, el juicio a las juntas militares,  la patria potestad compartida, la ley de divorcio vincular, la equiparación el delito de tortura al de homicidio, el plan nacional de alfabetización, el plan nacional alimentario, el plan nacional de democratización de la cultura, el plan deporte con todos, el programa ABC, fueron políticas impulsadas por el gobierno democrático acompañadas por una fuerte participación popular. Ahí estuvimos los militantes promoviendo y alentando dicha participación.

Todas estas políticas fueron llevadas adelante en un contexto internacional sumamente desvaforable que fue definido como la década perdida de Latinoamérica. Aún así el gobierno constitucional cumplió su objetivo fundamental, traspasar el poder a otro gobierno electo y además de distinto signo político. La transición había sido conseguida con éxito en medio de todos los obstáculos imaginables, alzamientos militares, intento guerrillero de copamiento de un cuartel, paros generales y sectoriales, etc. 

Nuestro compromiso en sostenerla para siempre

Corría el año 1996... El nuevo gobierno venía de imponerse en las elecciones presidenciales de 1995...Con él, las ideas neoconservadoras que marcaron a fuego la década de los 90, pretendían que el mercado fuera el autoorganizador de la sociedad; y el estado un mero escaparate de los intereses privados. Por primera vez en la historia de nuestro país, una alianza política reaccionaria, llegaba al gobierno por vía del voto libre.

Estado Unidos, como nunca, era la expresión acabada de un imperio dispuesto a convertirse en el vértice articulador del nuevo orden mundial. Desde la metrópoli se sostenía una línea de pensamiento hegemónica en el plano filosófico, político y económico que se derramaba al resto del mundo. Mientras de este lado del hemisferio, aplicados alumnos, imponían en democracia, tales concepciones. Si los 80 fueron la década perdida en términos de crecimiento económico, los 90 venían directamente por los despojos de lo que alguna vez fue el Estado de Bienestar en Latinoamérica.En este contexto se hizo cada vez más palpable cierta deformación de las instituciones democráticas y por lo tanto la necesidad evitar caminos sin retorno.

Nos propusimos resistir y construir alternativas. Nos planteamos la necesidad de contribuir a la reflexión filosófica, política, económica, social y cultural y actuar en consecuencia. Lo que había enfrente era una verdadera concepción global acerca de la organización social y pretendía que la misma estuviera fundada en las leyes de la naturaleza...Desarrollamos nuestra tarea en un contexto de escepticismo general hacia la política y los políticos producto de la ruptura del contrato electoral llevado adelante por el nuevo gobierno. Desde el Centro de Estudios para la Democracia Social en simultáneo con nuestra militancia partidaria en la Unión Cívica Radical desarrollamos nuestra tarea editando Reflexiones Políticas y Sociales y organizamos múltiples charlas y conferencias para debatir y proponer soluciones a los problemas de nuestra sociedad.

Finalmente la alternancia se produjo y un nuevo gobierno se hizo cargo del Estado. Lamentablemente el no haber seguido el programa consensuado entre las fuerzas que integraban el nuevo gobierno sintetizado en la Carta de los Argentinos hizo que el mismo perdiera el rumbo y una oportunidad para desandar el camino de las políticas neoconservadoras. Se sucedió una crisis inédita y profunda que arrastro al sistema de partidos políticos que aún hoy, no está resuelta. A pesar de ésta situación la Democracia siguió en pie.

Nuestro compromiso presente y futuro

Nos resulta claro que no hay Democracia en el mundo que se sostenga sin un sistema de partidos fuertes que la haga posible. Advertimos que la realidad actual nos muestra un sistema de partidos débiles y fragmentados referenciados en individualidades cuya manifestación más perniciosa es el cada vez más deficiente funcionamiento institucional.Creemos que es necesario reconstruir el sistema de partidos políticos en la República Argentina. Para ello, es necesario recuperar la vida institucional de los mismos apostando a la discusión de ideas y proyectos, modificando sus estatutos para propiciar una mayor participación del afiliado, como así también lograr la renovación de sus cuadros desarrollando los equilibrios convenientes para que la misma no se manifieste como una lucha entre generaciones. Recuperar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace hará más sencilla la tarea de todos para lograr en Democracia la Igualdad postergada.

Reflexiones (políticas y sociales)

  • Publicación del Centro de Estudios para la Democracia Social
  • Nº ISSN1668-7485
  • Nº de Registro de la Propiedad Intelectual de la versión escrita 422202
  • N° de Registro de la Propiedad Intelectual de la página digital: en trámite